Alien Nación

13 Febrero 2023

Los habitantes de las islas Andamán, los jarawa, se llaman a sí mismos “ang”, que significa “ser humano”. Los habitantes de la Tierra, los terrestres, nos llamamos a nosotros mismos con diferentes vocablos que significan todos lo mismo: “Ser humano”. Los jarawa se consideraban los únicos humanos que existían en el mundo. Estaban equivocados.

Anda buena parte de la disidencia haciendo chascarrillo sobre lo que (“Ya se sabía. Lo esperábamos”) consideran un paso más en el engaño para llevar a la Humanidad mansamente al corral del NOM, de la Agenda, de la Élite, de Davos… Del comité central del Partido Comunista Chino (¿O eso no?). Faltaba la invasión alien para terminar de entontecer a los tontos y engañar a los dormidos. Y aquí están, en el momento oportuno, los ovnis para salvar el teatro, la farsa, la conspiración de las oscuras fuerzas del mal que gobiernan el mundo.

Vale. Puede ser. Suena, como casi todos los discursos de actualidad, en uno y otro bando (si es que solo hay dos) a comic. Pero da igual, porque, no importa el formato (pelis, novelas, cómic propiamente, juegos de ordenador, libros sagrados y condenados, series de TV, conspiranoias de red, mitos milenaristas reseteados en cambio climático y otras pestes, ideologías políticas de toda la vida…), todo eso, digo, está de rabiosa actualidad. Más aún, de exclusiva actualidad. Porque ese viejo vicio promocionado clandestinamente en el mundo europeo y europeizado desde el Renacimiento hasta antes de ayer, el libre pensamiento, la capacidad crítica y, más trascendente, autocrítica, lo de poner bajo la lupa de la sospecha todo lo que nos rodea y lo que nos constituye vestido de verdad incuestionable, eso que ha dado lo mayores frutos para la felicidad humana, tan incomprensiblemente denostada por algunos (ellos sabrán por qué), todo eso ya no está de moda. Y la moda, como los concursos de popularidad y los predicadores del fin del mundo, son los ejes sobre los que está empezando a girar el mundo posmoderno en el que nos hemos metido tal y como predijo la Modernidad que sería asesinada por sus hijos: Subliminal, estúpidamente, como niñatos que no valoran lo que tienen.

Por eso, guiado por la trasnochada fórmula del libre albedrío, el imperio de la conciencia y el instrumento de la razón crítica (y autocrítica) me ha dado por pensar que ¿Y si lo de los extraterrestres o los de otro mundo paralelo o los «vaya usted a saber qué sean esos alien» fuera no solo verdad sino la única verdad de este disparate con el que nos están envolviendo en la más absoluta de las confusiones, que es, a su vez, la madre de las más fanáticas conversiones?

Vamos a ver. Resulta que diferentes personas y personajes, corporaciones, instituciones, religiones, ideologías, naciones y bloques político/militares/económicos al mismo tiempo que compiten entre sí, llegando incluso a las armas, para defender cada uno sus propios intereses que chocan, como es inevitable, con los de los demás, al mismo tiempo que hacen eso, todos, prácticamente sin excepción, están de acuerdo y colaboran al unísono en determinados objetivos hacia los que nos dirigen mediante los mismos cuentos: Cambio climático, comer insectos, pandemias, vacunas, nueva moral sexual, multiculturalismo, invasión migratoria (casi exclusivamente sobre países europeos y europeizados de mayoría blanca), sostenibilidad (es decir, pobreza beatífica), conspiranoia (es decir, disidencia inconscientemente dirigida), etc. ¿Cómo puede ser que los que se pelean como fueras entre sí para defender sus propios intereses, al mismo tiempo, colaboren entre sí como guiados por una fuerza superior para lograr un interés que está por encima de los suyos? ¿Cuál es esa fuerza que los pone a todos de acuerdo bajo sus órdenes?

La élite que gobierna el mundo desde la oscuridad y a la que todos secretamente obedecen.

Vale. ¿Pero quién conforma esa élite capaz de mandar en el resto de las élites? ¿Otros hombres? ¿Larry Fink y compañía, los rockefeller, esos pelagatos jugando a secta iniciática en Davos, Xi Yinping y Joe Biden cogidos de la mano bajo la mesa camilla? ¿Quiénes de entre todos los poderosos de la Tierra tienen el inmenso poder de imponerse a los poderosos de la Tierra?

Unos objetivos muy claros que, por lo que hasta el momento hemos visto, convergen en un solo punto: conseguir un mundo no ya feudal, en el que la inmensa mayoría trabaje la mitad de su vida para la minoría inmensa, sino reducir a esa inmensa mayoría a la condición de ganado humano confinado en granjas intensivas como las gallinas, las vacas o los cerdos, es decir, lo que se denomina esclavitud (no tener nada y creerse estúpida y mansamente feliz). Porque lo otro, la aniquilación de buena parte de la Humanidad, no digo que no pueda ser, pero hasta ahora solo se ha visto en las fantasías conspiranoicas hábilmente promocionadas por los que aspiran a ser dueños de las granjas intensivas, cada uno de la suya, nada de globalidad.

Unos objetivos… y unas fechas que suenan a ultimátum. ¿Por qué 2030? ¿Por qué no 2025 o 2150, o 3200?

Los mismos que se ríen de la hipótesis alien como una fantasía pueril o de frikis aficionados a la ciencia ficción, los juegos de ordenador o los cómic, defienden, al mismo tiempo (estamos rodeados de «al mismo tiempo») que seres no ya de otra parte de nuestro universo y, por tanto, en el mismo plano de nuestra realidad, sino que habitan y provienen de un mundo sobrenatural, inmaterial, espiritual… tienen planes sobre el futuro de la Humanidad, (Diluvio, Apocalipsis, etc.) y, además, son los que verdaderamente están manejando los hilos de la Historia. Y luego están los que, para no tener que poner en tela de juicio sus verdades inamovibles, las del realismo simplista, prefieren pasar de largo ante el sorprendente hecho de que poderes con intereses radicalmente opuestos defiendan, al mismo tiempo que se matan entre ellos, unos objetivos, unos intereses, una agenda común y, lo que es más sorprendente, ante la que nadie, no importa su poder, tiene bemoles a oponerse.

Sin embargo, contemplando con sencillez la confusión, resulta que no es una hipótesis tan descabellada (al menos, no más que cualquier otra) la de que una Alien Nación que ha impuesto un ultimátum para que sus intereses en nuestro planeta se impongan de forma, si queremos decirlo así, lo menos cruenta posible. Y es aquí, llegados a este punto, cuando tenemos que hacer dos consideraciones.

La primera. ¿Y si todo lo que ha sucedido hasta ahora no es sino un montaje para que, cuando llegue de verdad la implantación de esos intereses alienígenas o esa invasión (¡Que convenientemente suena a fantasía!), los primeros que se encarguen de trivializarla y, por tanto, de eliminar cualquier resistencia, sean los disidentes, los despiertos, los conspiranoicos a los que se ha reforzado su conspiranoia con asuntilllos varios para que, ahora, no la tengan con lo que importa de verdad?

Porque, si esa gente de fuera es capaz de llegar aquí desde otro puntos del Universo o desde mundos paralelos, poseen tecnología y ciencia de sobra para manejar procesos sociales que deriven en la indefensión y sumisión de las culturas a las que quieren colonizar (los españoles en Hispanoamérica)… o exterminar para quedarse con sus territorios (los ingleses en Norteamérica, Australia, Nueva Zelanda o Tasmania). Y, desde luego, tienen el poder suficiente como para decirle a los poderosos de la Tierra “Vale, seguid con vuestros asuntos, pero esto lo quiero controlado o despejado para tal fecha”. Y los poderosos de la Tierra, como los jefecillos de tribu de cualquier remoto y atrasado lugar, no tienen más remedio que inclinar la cabeza y seguir las órdenes de “esos blancos que acaban de llegar” procurando, además, que sus súbditos no se enteren de nada hasta el último momento. La nación de los blancos, con sus poderosas armas, es lo único que puede permitir que se sigan peleando entre sí las distintas tribus… siempre que no pongan en peligro lo que a la Nación Blanca le interesa.

Y la segunda. ¿Una nación Blanca? No, hombre, no. Quienes llegan a la Tierra desde fuera son exactamente igual que los blancos que llegaron a América, Oceanía o África: Cada uno de su padre y de su madre, persiguiendo los intereses de su grupo, corporación, nación o bloque político y dibujando a los otros, a sus competidores/enemigos como demonios, atroces monstruos, seres inhumanos… ¿Nos suena? Pero no hay nada de eso sino, simplemente, intereses contrapuestos. No había ni hay buenos y malos, amigos de los indígenas y enemigos de los indígenas. No hay una Aien Nación. Sino distintos grupos con diferentes intereses fruto de cosmovisiones contrapuestas. Si queremos identificarlos de la forma más precisa posible, «colectivistas» contra «liberacistas». Unos vienen o, mejor dicho, llevan aquí mucho tiempo dedicados al negocio ganadero, a conservar y rentabilizar su granja humana, a que el rebaño sea cada vez mayor y más “sostenible” y, otros, a destruir esa granja y que los especímenes (humanos terrestres) más selectos para ellos, sean, junto a los conquistadores, los únicos habitantes de la Tierra liberada.

¿Terrible eso de exterminar la población de la Granja Tierra? Bueno, al parecer ya se hizo hace miles de años y a los seguidores de quien lo hizo les parece bien: el Diluvio. Y eso mismo dicen que volverá a suceder con ocasión del Apocalipsis, una guerra en la que las fuerzas del bien lucharán para liberar a la Humanidad de la esclavitud del maligno, destruir la granja humana e implantar un nuevo reino en la Tierra del que solo disfrutarán, junto a Dios y sus ángeles, unos pocos elegidos. Concretamente 144.000 o, lo que es lo mismo, 12.000 miembros de cada una de las 12 tribus de Israel, el pueblo elegido. Pero, en fin, probablemente sea más y de otros pueblos y naciones. El caso es que hay un punto en el que todos los “cómic” (dicho sea con el mayor respeto) coinciden en los acontecimientos que se están produciendo en vivo delante de nuestras narices: La guerra entre dos naciones alien, dos cosmovisiones, dos grandes bloque de intereses. Unos, los colectivistas dueños de la Granja terrestre, los que ya están aquí, para completar y asegurar su dominio (2030) “No tendrás nada y serás feliz” . Otros, los liberacistas (2025), la flota que acaba de llegar, para destruir la granja colectivista y liberar la Tierra para ellos y sus elegidos, los que sobrevivirán al Argamedón que va a comenzar.

Aunque, claro, todo esto puede ser parte de la farsa con la que la élite tenebrosa que domina la Tierra, por encima de naciones, religiones y corporaciones empresariales, intenta esclavizarnos a fin de salvar el planeta (su granja humana) y, al mismo tiempo, exterminarnos para salvar el planeta convertido en paraíso humano para ellos y unos pocos sirvientes. Y eso de «Alien Nación» no sería mas que otra alienación para despiertos y dormidos, tragacionistas y negacionistas, tribu de arriba y de abajo, colaboracionistas y disidencia.

¿Mi opinión? No estamos solos en medio de la selva. No hay una élite secreta de jefecillos que ponen de acuerdo a todos los jefecilllos de las diferentes tribus ni hay una única Nación Blanca que, por ahora, solo se deja ver accidentalmente y solo ha contactado con los jefecilllos supremos. Hay, al menos, dos grandes potencias alien (de fuera de la selva, allí donde nada puede existir) que está luchando por la Tierra con intereses contrapuestos, que nos afectan de diferente manera y ante los que cada uno de nosotros debe posicionarse: o la seguridad del ganado humano (mientras seas rentable. Si no, te sacrifican) o vecino de los conquistadores y ciudadano de la nueva Tierra. Todo esto en pocos años, quizá meses, dependiendo de lo que suceda en la guerra entre esos blancos, extraterrestres o humanos de mundos paralelos que, como les sucedió a los jarawa en su momento, estamos a punto de conocer, sufrir o disfrutar todos. Y no solo los jefes de nuestras diferentes tribus.

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