Eridu

11 Febrero 2021

Decíamos en “Multiverso Multinivel” que vivimos en un mundo virtual que es una simulación informática del mundo real o de algún otro mundo virtual. Poco más podemos saber a ciencia cierta a no ser que utilicemos las armas y métodos de investigación que utilizan los investigadores policiales o científicos para construir una representación fiable de una realidad oculta. Para ello, se sirven de todos los medios a su alcance y estudian todas las pruebas desde todas las perspectivas posibles.

En “Génesis” veíamos como una de esas pruebas, analizada desde una perspectiva distinta a la convencional, nos mostraban una evidencia razonable del “origen informático” de nuestro mundo, supuestamente como la representación del mundo real o de otro mundo simulado. Ahí descubríamos que las distinciones de lenguaje que podríamos atribuir a la casualidad también nos indican de forma consistente que los antiguos escritores hacían una clara (para ellos) distinción entre personajes de distinto nivel: Los ingenieros creadores del programa de simulación y los creadores que diseñaron nuestro mundo concreto y lo pusieron a funcionar.

Lo que en el mundo cristiano se conoce como Antiguo Testamento es, en buena medida, una adaptación a términos monoteístas de las mitologías politeístas de las grandes civilizaciones en las que vivieron los hebreos. No cabe la menor duda de que muchas de las historias que se cuentan en la Biblia son la versión monoteísta de las mismas historias creadas mucho antes por sumerios, babilonios o egipcios. Un rastro de esta conversión lo encontramos en Génesis 11:7 donde, de repente, al autor se le escapa un plural en boca de Dios “Bajemos”.

La Biblia tiene la importante ventaja de que es un legado escrito y completo de las antiguas mitologías que, especialmente en el caso de la egipcia, no han dejado una evidencia material clara. Pero tiene tres problemas que dificultan su interpretación para reconstruir los hechos a los que se refieren: Es una síntesis de diferentes mitologías mezcladas, a su vez, con creencias propias del pueblo hebreo que puede inducir a error. Es una traducción a términos monoteístas en la que se pierde la distinción de los diferentes personajes y de su participación en los hechos narrados. Los diferentes niveles “de simulación” quedan aún más difuminados que en las mitologías politeístas.

En un mismo relato en el que, además, se han fusionado los diferentes protagonistas en una misma entidad, Dios, se habla de diferentes momentos y entidades sin apenas distinguirlos más que por sutiles diferenciaciones terminológicas sin mucho sentido para nosotros, pero que, seguramente, no necesitaban aclararse porque todos entendían perfectamente a quién se estaban refiriendo.

Dioses mayores y menores, Dios creador y dioses creados por él, civilizaciones del mundo real, o de mundos virtuales que interaccionan entre sí a través de ese Intermundo por el que han aprendido a moverse y/o que el mismo Intermundo se lo permite. Civilizaciones virtuales o reales que crean un mundo al que, después de haberlo puesto a funcionar, llegan los habitantes de otros mundos simulados. Y todos ellos revueltos en el mismo relato sin aclarar quién es quién, quién llega primero y, quizá lo más importante, quién controla el acceso y funcionamiento de una determinada simulación de mundo.

Aventurar cómo es el mundo real en el que se creó este entramado virtual al que llamamos Multiverso Multinivel es una tarea titánica. Conocer quiénes diseñaron en concreto nuestro mundo, cuándo lo hicieron y qué papel tienen ahora mismo en nuestra Historia, es realmente difícil. Pero saber quiénes son los que de forma más directa y cercana en el tiempo están involucrados en los sucesos de antaño y en los de ahora mismo es quizá un poco menos complicado si analizamos lo que nos cuentan las mitologías antiguas y las relacionamos con el presente desde una perspectiva distinta a como normalmente se ha hecho. Ese es el trabajo del investigador policial. Y a eso nos vamos a dedicar tratando de librarnos de todos los prejuicios y “verdades admitidas”, pero sin dejar de aplicar la fría lógica, nos lleve a donde nos lleve. Porque esas verdades canónicas y apócrifas ya sabemos a donde nos llevan: A la Ciencia basada en ese realismo simplista de lo tangible y evidente, plagada, no obstante, de constructos mentales, hipótesis, mitos de aspecto científico o fantasías bendecidas por la academia, a la fe religiosa y sus aledaños espiritistas o a los extraterrestres descritos en un bestiario de cómic pomposamente ensalzado como “riguroso”.

La tradición sumeria nos cuenta que en el primer lugar al que llegaron los dioses construyeron una ciudad, Eridu. Pero estos dioses no son los que crearon el programa de simulación de mundos ni, tampoco, los diseñadores del juego virtual en el que vivimos. Por encima de ellos hay, al menos, otro nivel, que esa misma tradición sumeria identifica como “An” (Cielo), el padre de los dioses que vinieron a la Tierra en tiempos históricos. Es decir, hay un nivel superior (de dioses o civilizaciones)responsable de la creación de las civilizaciones (o dioses) que vinieron a nuestro mundo (a nuestro juego de simulación) y, presumiblemente, aún se encuentran involucrados en nuestra Historia.

El dios Enki, líder de un grupo de civilizaciones- naciones-organizaciones, descrito en la mitología como padre de una familia de dioses, era hermano del dios Enlil, líder y padre de otro grupo o familia, y ambos formaban parte de una misma “humanidad” o mundo. Trataremos de construir un retrato robot de estos dos grandes bloques sirviéndonos de las descripciones y de los relatos que aparecen en las mitologías antiguas, pero antes vamos a interpretar esa prueba “Eridu”, para que nos muestre cuál es la perspectiva y el método asociado a ella que vamos a utilizar para conocer, primero, cómo son nuestros “vecinos” más próximos en el Multiverso y, luego, cómo son los más lejanos y cómo es ese Multiverso y cómo el mundo real en el que está dado. Y lo haremos de forma sencilla y directa.

El nombre para nuestro planeta en Alemán es Erde. En Inglés Earth. No se puede negar el sorprendente parecido con Eridu. Y, si existe una relación entre ambos términos, parece lógico, desde nuestra cosmovisión convencional, que sea desde la más antigua a las posteriores. Es muy razonable pensar que ese mismo nombre que dieron los dioses (los extramundanos) a su primer asentamiento en nuestro mundo, Eridu, lo utilizaran para denominar a todo el planeta. Y, también sería posible que, de alguna manera y por ignotos vericuetos lingüísticos, esa misma denominación de nuestro planeta es la que han heredado, entre otros, tanto el idioma alemán como el inglés.

No podemos saber qué significa “Eridu” en el idioma de esos visitantes, pero sí cambiamos de perspectiva, podremos averiguarlo y, al mismo tiempo, dar un paso de gigante para conocer quiénes eran esos “colonizadores”.

Imaginemos que es al revés. Que “Eridu” procede de “Earth”. Imaginemos que los primeros visitantes hablaban que se establecieron, según los sumerios, en un primer asentamiento localizado en la desembocadura de los ríos Éufrates y Tigris, lo llamaron “Earth Two”. Un nombre que, a los oídos de los nativos, sonó como “Eridu”. Porque eso es exactamente lo que ocurrió.

Un giro increíble en la forma de ver una misma prueba nos coloca ante una hipótesis radicalmente distinta. Tan distinta que, de repente, muchas cosas que permanecían inexplicables, adquieren sentido. No en la dirección que esperábamos. Pero sí en la que nos llevará a reconstruir los sucesos hasta nuestros días y a entender mejor lo que está ocurriendo ahora mismo.

Los primeros “seres” que vinieron desde otro mundo simulado hasta el nuestro en tiempos relativamente recientes lo llamaron, como es perfectamente lógico, “Earth Two”. Sin duda alguna porque sabían que nuestro planeta es una réplica del suyo o una réplica como lo es el suyo de otro mundo superior, de una Tierra virtual anterior o de la mismísima tierra del mundo real. En cualquier caso, para los primeros extramundanos de los que tenemos noticia escrita, este era la primera versión de su mundo, “Earth One”, que conocían.

Rastrearemos muchos más indicios de que los primeros visitantes conocidos provenían de un mundo extraordinariamente parecido al nuestro. Eso nos permitirá conocer con sencillez (quizá demasiada) y claridad quién son y cuáles son sus intenciones. Pero antes de terminar este artículo para proseguir en los siguientes con la reconstrucción de los hechos, vamos a poner un par de ejemplos más de lo que esta nueva perspectiva puede dar de sí.

En el mundo sumerio y en los posteriores acadio y babilonio, había un concepto extraño que no ha sido posible hasta ahora desentrañar. Según ellos, los dioses tenían un objeto de suma importancia al que llamaban “Me” y que entendían que eran una especie de “tablillas” donde los dioses guardaban “escritos” sus conocimientos y donde estaba sellados el destino de los dioses y los hombres, lo que debían hacer y lo que debía suceder. No existe referencia alguna en el idioma sumerio para tratar de (desentrañar) el término “Me”. Pero si tomamos los rasgos con los que los describen: Algo (que parece) una tablilla (como las de barro en la que escribían) donde se guardan datos de todo tipo y buscamos un referente de nuestro tiempo, las cosas adquieren súbitamente sentido. El Término “Me” procede de “Memory (card)”. Por eso no tiene referentes en sumerio: porque es inglés.

El segundo caso nos aportará una pista muy interesante sobre la sociedad de la que proceden nuestros visitantes extramundanos.

A principios del siglo XX, C.J. Ball escribió una obra en la que estudiaba las semejanzas entre el chino y el sumerio, encontrando una semejanza extraordinaria no sólo entre muchos pictogramas de ambos idiomas sino también entre muchos de sus términos con idéntico significado. Aún cuando el estudio de los orígenes de la cultura china presenta grandes controversias, parece que existe una relación entre ambas lenguas más allá de la mera casualidad. Y, de nuevo, la explicación más plausible desde un punto de vista convencional señala a una influencia del sumerio, anterior en el tiempo, sobre el chino. Pero de nuevo podemos contemplar una teoría alternativa desde la perspectiva del Multiverso Multinivel.

Es posible que visitantes “chinos” de esa otra Tierra dejaran su impronta lingüística en Sumer, lo cual nos deja sobre la mesa la evidencia (y no es, ni mucho menos, la única) de que la similitud entre ambas Tierras es mayor de lo que cabría esperar de una evolución histórica diferente entre ambos mundos desde hace, al menos, cinco o seis mil años. ¿Existen en ese otro mundo paralelo al nuestro dos bloques, el occidental liderado por EEUU y el oriental liderado por China, homologables a grandes rasgos con los que empiezan a dibujarse en nuestro mundo tras la Guerra Fría? Los grupos familiares “Enki” y “Enlil”. Orientales y occidentales. Amarillos y blancos…

Hasta ahora parece que los indicios, aun cuando resultan extraordinariamente sugerentes, tienen poco peso como para sustentar una hipótesis tan ¿simplista? Pero veremos que las pruebas se van amontonado hasta componer un escenario en el que la Historia y la actualidad, al relacionarlas con la exopolítica de un mundo gemelo al nuestro, encuentran una explicación demasiado plausible y trascendente como para ignorarla:

Los dioses descritos en las mitologías antiguas, que interactúan directamente con los humanos, habitan nuestro mundo y, curiosamente, son descritos con forma y comportamientos típicamente humanos, proceden de un mundo simulado que es una variante del nuestro sólo que con más tiempo de funcionamiento y, por tanto, con una mayor evolución histórica y tecnológica. Una Tierra muy parecida a como presumiblemente será la nuestra dentro de no demasiados años, que descubrieron cómo dar los primeros pasos por ese Intermundo que separa y, a la vez, comunica los distintos juegos de simulación de un “superordenador” en el que “reside” el Multiverso Multinivel. Y, tras esos primeros pasos, un nuevo “Cristóbal Colón” descubrió lo que llamó “Tierra II”.

Eridu.

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