Génesis

17 Noviembre 2020

Buscar el rastro que los habitantes de otros mundos han dejado en el nuestro es una tarea tan difícil como apasionante. Esa misma búsqueda ya supone, se tenga o no éxito, un placer con sorpresa. Algo cambia en nosotros por el simple hecho de sospechar, buscar, tal vez hallar. Es una labor minuciosa y, al mismo tiempo, paranoica. Porque, sin la sospecha constante y firme, que no se deja embaucar por cantos de sirena, es imposible encontrar un imposible. Esa es la tarea de los grandes detectives, los espías y los científicos de verdad.

De entre los muchos lugares en los que podemos buscar la huella de otros mundos, destaca la arqueología cultural. Concretamente los textos religiosos, mitológicos y filosóficos. El único requisito para obtener éxito en esa tarea es partir del principio de que los antiguos (y modernos) escritores tuvieron información directa o indirecta pero, en cualquier caso, fidedigna de esos otros mundos. Y, luego, entender algo muy sencillo: que trasmitieron esa información tal y como su modo de ver el mundo les permitía. Exactamente igual que ocurre ahora. Yo mismo estuve describiendo el Multiverso Multinivel en términos metafísicos sin comprender el sentido exacto de lo que decía hasta que no alcancé suficiente perspectiva y, entonces, pude comprender al hombre antiguo: yo mismo como metafísico racionalista.

Una de las grandes ventajas del judaísmo es que ha conservado sus textos religiosos íntegros. Otra, que recogen fielmente, sin revisiones seculares, lo que “Dios reveló”. Y otra, esta mucho más importante, que sus textos religiosos, sus mitos y leyendas son el resultado de una “rapiña cultural”, una recolección y síntesis de las grandes mitologías de la época: la babilónica (herederos de la gran Sumeria) y, especialmente, la egipcia.

Y ahí, concretamente en el Génesis, es donde vamos a buscar el rastro de esos otros mundos.

Lenguaje algorítmico

“Entonces dijo Dios: Sea la luz. Y hubo luz” … dijo Dios: haya expansión…”

¿Qué clase de Mundo puede ser creado sólo con la palabra, con el lenguaje?

Ahora lo sabemos: un mundo virtual, informático, algorítmico.

Las mitologías antiguas no nos cuentan la creación de un mundo real, material, continuo, sino de uno virtual, simulado, digital. Por eso Dios o los dioses no utilizan sólo su poder, su pura y silente voluntad ni, tampoco, medios físicos y materiales. Utilizan el lenguaje… informático, algorítmico.

Es la inteligencia (artificial) y el poder de la palabra (del lenguaje de programación) del que se vale el gran ingeniero Ptah para crear un programa de simulación de mundos. Para crear al mundo y a los dioses.

Alguien debió contarle estas cosas a los antiguos egipcios y hebreos. Porque, si no, lo razonable es que hubieran utilizado analogías con procedimientos de su propia cultura para “inventar hipótesis” creacionistas. El torno del alfarero, un huevo cósmico, un sueño divino… Cosas materiales o etéreas presentes en su vida cotidiana, que pudieran ser utilizadas como explicación del origen del Mundo, de los dioses y los hombres. Y ese alguien debía conocer, obviamente, lo que es la informática.

El problema es que vivimos en una simulación informática lo suficientemente realista como para hacernos creer que estamos en un mundo real, en el sentido de material y continuo (analógico). Y eso nos plantea una dificultad aparentemente insalvable. ¿Cómo podemos obtener evidencias que desmientan nuestra evidencia? ¿Cómo escapar del engaño que somos? ¿Cómo creer las evidencias que podamos descubrir?

La tarea más difícil para un detective es superar su propio autoengaño, es decir, sus certezas.

Volvamos al Génesis.

En la secuencia de la Creación lo primero que nos llama la atención es una aparentemente anecdótica distinción lingüística: En el primer acto se dice que Dios “creó”, para, luego, en todos los demás, hablar de “dijo” .

1:1 En el Principio creó Dios los cielos y la Tierra.

1:2 La tierra estaba sin orden y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.”

¿Qué nos dice esta distinción?

“En el principio”, es decir, antes de comenzar a definir el juego, un ingeniero creó un programa de simulación que, lógicamente, no tiene ningún contenido concreto, ningún juego, sino que está “sin orden y vacío”. Programa en el que flota o por el que se mueve el espíritu “algorítmico” de Dios-ingeniero.

A partir de ese momento, cuando ya tenemos un programa de simulación, podemos “jugar” con él y definir los valores de un mundo concreto, ya no habla el Génesis de “crear” sino de “decir”.

Claro y sencillo. ¿No?

A partir de “Dijo Dios” el Génesis no nos cuenta ya el proceso de “creación” del programa de simulación de mundos “Cielos y Tierra”, sino que nos describe detalladamente los pasos mediante los que, siguiendo las instrucciones del manual, el usuario-jugador puede configurar un mundo concreto, un Universo, una variante de la Tierra o de cualquier otro planeta… en 6 días.

Primer paso (y primer días de trabajo)

1:3 Dijo Dios “haya luz” y hubo luz.

El o los jugadores-definidores del mundo concreto, encendieron el programa.

1:4 Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad.

Comprobó que el programa funcionaba correctamente y pasó a definir los parámetros iniciales de funcionamiento , la configuración inicial:

1:5 y llamó Dios a la luz “día” y a la oscuridad la llamó “noche”.

En este punto ocurre algo característico de toda traducción de un relato a unas referencias culturales diferentes a aquellas en las que se había originado. La definición de un proceso informático de encendido y configuración de los parámetros iniciales se identifica con lo que para ellos sería un primer paso “natural” de creación de un mundo real: definir el día y la noche superpuestos a los conceptos de encendido (arranque del programa) y apagado.

Segundo paso (segundo día de trabajo)

1:6 Dijo Dios: haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.

Fijémonos que dice “por en medio” es decir, que se refiere a una separación ¿Y cuál es esta separación o primera definición que, como veremos, reviste una importancia algorítmica importantísima?:

1:7 E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento, de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue.

Aquí nos explica cómo el programa de simulación, en aras de la mayor eficiencia algorítmica, define dos espacios informáticos: por un lado, el de la Tierra y su entorno inmediato (a donde podemos ir cumpliendo las leyes físicas definidas en nuestra variante de mundo, especialmente la de la velocidad de la luz), por otro, el Universo (lejano) visible (detectable) que, en realidad, es un mero decorado que no está “existiendo” realmente (algorítmicamente) con toda la complejidad que ello acarrearía exigiendo una potencia de computación tan grande como innecesaria.

1:8 Y llamó Dios al firmamento «cielos».

Este cielo, es el decorado que vemos, el ámbito al que no podemos acceder por medios “naturales, es decir, sometidos estrictamente a las leyes naturales de nuestro mundo-juego.

Tercer paso (tercer día de trabajo)

1:9 Dijo Dios: Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un sólo conjunto, y déjese ver lo seco.

Las aguas hacen referencia a la “masa algorítmica” que los egipcios veneraban con el nombre de “Nun” y que representaban como el estanque sagrado de sus templos. Y aquí se nos indica que esa masa (esa especial complejidad informática) se acumula y reserva para definir “el conjunto, uno sólo, que define “lo seco” lo que tiene apariencia material, densa, continua, real, y que es donde se desarrolla nuestra existencia y el grueso de los sucesos del juego de simulación. Lo seco, lo real e importante donde se desarrolla nuestra vida, sirve para indicar que es en ese conjunto de masa algorítmica sonde se producirá la gran complejidad de definiciones algorítmicas sobre las que se sustenta el “realismo” que percibimos (y al mismo tiempo, o especialmente, creamos en nuestra conciencia. Y la primera gran definición que ellos interpretan según su escala de valores es la de los continentes y los mares, por otro lado, la gran división desde el punto de vista de la existencia humana que existe en el planeta:

1:10 Y llamó Dios a lo seco “tierra” y a al conjunto de las aguas lo llamó “mares”.

A continuación, y dentro de este tercer paso/tercera jornada de trabajo, define, siguiendo la lógica que imita lo que ocurre en todos los mundos simulados y en el mundo real, el primer momento de la evolución de la vida: el mundo vegetal.

Luego, en el cuarto paso/día, se describe la definición del escenario celeste, lo que nos llega de él y cómo influye en el escenario próximo donde se desarrolla el grueso del juego: los luceros.

En el quinto paso/día describe cómo Dios definió que en las aguas surgiera la vida animal, con una impresionante coincidencia con lo que afirma nuestra Ciencia actual.

Sexto paso (sexto y último día de trabajo)

Aquí aparece claramente identificada una figura que quizá nos había pasado desapercibida en el quinto día.

En el mismo sentido en que venía describiendo la “Creación” como un proceso de definición algorítmica (“Dijo Dios”), nos habla del mundo de los seres vivos que habitan la tierra seca:

1:24 Dijo Dios (jugador): Produzca la tierra animales vivientes de cada especie: bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada especie. Y así fue.

Pero, entonces, introduce una nueva distinción para hablarnos no ya de la definición/creación algorítmica de los animales vivientes definidos por especies, sino que nos describe el funcionamiento normal del programa de juego mediante el que las especies se “crean/evolucionan”:

1:25 Hizo Dios las alimañas terrestres de cada especie, y las bestias de cada especie, y toda sierpe del suelo de cada especie: y vio Dios que estaba bien.

Notemos que aquí no habla ya de “Dijo” sino de “Hizo”. No se está refiriendo al jugador que define los parámetros del juego “Tierra x” sino al mismo funcionamiento del programa. Se está refiriendo a la evolución («hizo») de las especies que habían sido “definidas” previamente. Creacionismo y evolucionismo se entienden, así, a la perfección como procesos no contradictorios ni incompatibles.

Esta misma distinción ya la había establecido en el quinto día, cuando en el versículo 21 habla de “Creó” (los grandes monstruos marinos…) como sinónimo del “Hizo” del versículo 25.

1:21- Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente, los que serpean, de los que bullen las aguas por sus especies, y todas las aves aladas por sus especies; y vio Dios que estaba bien;

Y ahora llega el momento estelar que estábamos esperando. La clave para conocer quién nos creó a nosotros.

1:26 Y dijo Dios: Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.

Aquí ya no se habla del Dios creador del programa de simulación identificado por “Creó (Dios)”. Tampoco del Dios que define los parámetros concretos del juego “Tierra x”, identificado con “Dijo (Dios)”. Ni del propio funcionamiento del programa que se identifica como “Creó (Dios), en el versículo 21 o “Hizo(Dios)” en el versículo 25.

La creación del hombre no es obra ni del Dios ingeniero programador, ni del Dios jugador diseñador, ni del Dios funcionamiento del programa. El Dios “Hagamos” son personajes que habitan en otro mundo virtual semejante pero distinto al nuestro.

Cuando el Génesis habla de “Dios” se refiere a cuatro instancias o entidades diferentes. Pero son estos últimos, nuestros creadores directos, los que más nos interesan a la hora de reconstruir la Historia de la Humanidad. De nuestra Humanidad. La de este Mundo.

¿Qué nos cuenta el Génesis?

El Mundo (la posibilidad de Mundo) se creó «desde la nada» cuando unos «ingenieros» construyeron un programa informático de simulación que ofrece la posibilidad de inventar/diseñar/crear cualquier mundo y, por tanto, infinitos mundos.

Alguien definió los parámetros concretos de nuestro mundo, sus características y leyes de funcionamiento, su forma y sus criaturas, utilizando el programa de simulación creado por los ingenieros y dió comienzo a la Historia iniciando el programa.

Este mundo en el que vivimos es una réplica del mundo de los ingenieros, de los jugadores-diseñadores y de los habitantes de otro mundo simulado que nos crearon desde dentro del juego, con arreglo a sus leyes y como réplicas suyas.

1:27 Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.

Somos la obra de humanos que viven en otros mundos simulados y son capaces de viajar hasta el nuestro. Las leyes fisicoquímicas y genéticas de su mundo son similares si no iguales a las del nuestro. Usando esas leyes, modificaron un ser ya existente en la Tierra, un homínido, para dotarlo de cierta semejanza con ellos.

El siguiente paso será tratar de averiguar quiénes son y para qué nos crearon/modificaron. Porque en la respuesta a esas preguntas reside la clave no sólo de las causas ocultas que han movido y mueven la Historia de la Humanidad sino nuestra propia existencia individual. Lo que pensamos y sentimos. El «pecado original» que lastra nuestro destino y la esperanza de «redención».

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